A todos los seres que están a favor de respetar y preservar las leyes naturales los invito a comunicarnos y formar redes. Sin discriminación religiosa, política, racial, posturas particulares que apunten al camino de la evolución humana para preservar y cuidar nuestra casa: el planeta.
Me encantaría que podamos unirnos a su vez a todos aquellos que crean en otros planos de existencia y no solamente en este mundo tridimensional concreto sino, a los que tengan respeto y amor a la jerarquía espiritual.
Es simple, las leyes naturales son a la preservación y cuidado de las plantas, los árboles que son nuestros pulmones, que no se mate a los animales, como deporte de caza ni para nada que sea la explotación de nuestros hermano menores.
Por supuesto, como para empezar por casa -si bien todo el planeta es nuestro hogar-, apuntemos a defender nuestros ríos, y poner toda nuestra energía y nuestra presencia con el NO a las empresas contaminantes de cualquier índole.
Y que estemos conectados en el valor de la luz de Dios en todo el momento de nuestro quehacer cotidiano.
Con toda luz y amor espero tu llamado.
____________________________CARMELA ISABELLA.
011-4289-0560
carmelaisabella@hotmail.com
DESCUBRIR EN EL SILENCIO
El silencio es el mejor ejercicio para contactarnos con nuestro ser y aclarar algo de a poco como somos en realidad sin la mascara que usamos con los demas. Además de ir formando un punto de contacto con lo divino. A continuación quería compartir de Elizabeth Landeweer: "El Corazón del silencio".
Hay un lugar en la conciencia
lejos de toda prisa
que parece escuchar y ser tan quieto
como el callado, claro amanecer:
silente cual oídos en espera,
que viejo caracol atesoró,
cuyas paredes rosa no olvidaron
del océano la antigua canción.
Silente cual los labios de las hojas
antes del soplo de la brisa,
o cual la pausa sin sonido
antes de los violines.
Porque todas las cosas tienen su melodía
y todo lo que vive, canta;
más hay silencio en lo profundo
como el ala plegada del pájaro dormido,
nido de pluma que nos hace
Dios forrado suavemente cual borlilla de cardo
donde podemos envolvernos
en los pliegues de paz como una túnica;
recostarnos sobre el corazón
del amor que palpita nuestra alma
y escuchar el pulso de Dios,
y el rodar de las edades.
Me encantaría que podamos unirnos a su vez a todos aquellos que crean en otros planos de existencia y no solamente en este mundo tridimensional concreto sino, a los que tengan respeto y amor a la jerarquía espiritual.
Es simple, las leyes naturales son a la preservación y cuidado de las plantas, los árboles que son nuestros pulmones, que no se mate a los animales, como deporte de caza ni para nada que sea la explotación de nuestros hermano menores.
Por supuesto, como para empezar por casa -si bien todo el planeta es nuestro hogar-, apuntemos a defender nuestros ríos, y poner toda nuestra energía y nuestra presencia con el NO a las empresas contaminantes de cualquier índole.
Y que estemos conectados en el valor de la luz de Dios en todo el momento de nuestro quehacer cotidiano.
Con toda luz y amor espero tu llamado.
____________________________CARMELA ISABELLA.
011-4289-0560
carmelaisabella@hotmail.com
DESCUBRIR EN EL SILENCIO
El silencio es el mejor ejercicio para contactarnos con nuestro ser y aclarar algo de a poco como somos en realidad sin la mascara que usamos con los demas. Además de ir formando un punto de contacto con lo divino. A continuación quería compartir de Elizabeth Landeweer: "El Corazón del silencio".
Hay un lugar en la conciencia
lejos de toda prisa
que parece escuchar y ser tan quieto
como el callado, claro amanecer:
silente cual oídos en espera,
que viejo caracol atesoró,
cuyas paredes rosa no olvidaron
del océano la antigua canción.
Silente cual los labios de las hojas
antes del soplo de la brisa,
o cual la pausa sin sonido
antes de los violines.
Porque todas las cosas tienen su melodía
y todo lo que vive, canta;
más hay silencio en lo profundo
como el ala plegada del pájaro dormido,
nido de pluma que nos hace
Dios forrado suavemente cual borlilla de cardo
donde podemos envolvernos
en los pliegues de paz como una túnica;
recostarnos sobre el corazón
del amor que palpita nuestra alma
y escuchar el pulso de Dios,
y el rodar de las edades.
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