El 24 de marzo lo viví, - como todos los años- con mucho dolor y una impotencia instalada desde hace mucho tiempo. Yo estuve consciente de lo que pasaba, con la boca amordazada y lágrimas secas.
En realidad ese día preciso, surgió en referencia a la última y más sangrienta dictadura militar que se haya conocido. Pero tendríamos que formar una memoria humilde, amplia y generosa. Como recordar el golpe del 55, con sus muertos, las bombas. Los fusilamientos del 56, los muertos de Malvinas, por decir algo. Y jamás existió una justicia democrática, humana, y justa, que aclare estos crímenes. Sabemos muy bien que las mayoría de los genocidas están aun libres. Que hay "mano de obra desocupada" dispuesta a ocuparla usando sus métodos, porque en la Argentina, todavía falta mucho para que se haga justicia. Aunque, no podemos negar que algo nuevo comenzó, pero falta. Y creo que todos podemos aportar nuestro granito de arena. ¿Cómo? Cada uno tendrá su respuesta. Hacernos cargo ya es un avance.
De mi parte, solamente oír la terrible anécdota: cuando los represores buscaban a una chica, golpearon su puerta, ella abrió: estaba embarazada y le acribillaron la panza, me duele el cuerpo el alma, el espíritu.
Desde el lugar de la espiritualidad: pienso que para evolucionar, tenemos que ayudar a la equidad, la justicia, el servicio. ¿Y la ley del karma? Justamente para limpiar nuestro karma hay que ayudar que todo salga a la luz.
un beso ¡te quiero!